martes, 10 de febrero de 2009

-CUANDO SE IMPONE LA VULGARIDAD

CUANDO SE IMPONE LA VULGARIDAD
Por: José Cerna M.

Desde la particular concepción de científico social, se puede interpretar lo que la sociedad misma se encarga de producir y mostrar a través de comportamientos humanos y/o de instituciones manejadas por éstos. La sociedad actual se caracteriza por mostrar una putrefacción comprobable a través de los diferentes hechos perceptibles, a diario en la realidad, características objetivables, con la presencia de delincuencia, prostitución, consumo de drogas, reacciones violentas de grupos sociales, la presencia de enfermedades psicosomáticas, los suicidios y a otras degradaciones practicadas únicamente por la especie humana.

El proceso evolutivo de la sociedad, va creando la cultura y esta a la vez, va creando al hombre; por lo tanto la actual sociedad y la cultura misma es consecuencia y resultado o efecto de las sociedades por las que ha pasado el ser humano; esto quiere decir que se pueden practicar usos y costumbres y/o comportamientos heredados por nuestra cultura y trasmitidos fundamentalmente en el seno familiar y el entorno social, donde el niño prioritariamente se encuentra vinculado. Todos los sociólogos, antropólogos y psicólogos están de acuerdo con lo afirmado, por tanto, es ilícito aseverar que la forma de crianza recibida en la familia marcará el derrotero de la personalidad del futuro ciudadano y sus actos serán el fiel reflejo de lo que recibió en sus primeros años. La instrucción recibida por el sujeto será dispositivo tan sólo condicionante, en algunos momentos se convertirá en aspecto principal por lo que tratará de adaptarse a las nuevas situaciones, a las nuevas formas de vida, es decir, tomará comportamientos prestados tratando de imitar y actuar como un marioneta de la sociedad imperante.

Si éstos sujetos “mal formados” a causa de una sociedad en putrefacción y que despide mal olor en cualquiera de sus fronteras limítrofes con la decencia y las buenas costumbres, si llegaran a dirigir alguna institución pública o privada harán de ésta su feudo, su redil, se creerán señores feudales, administran según su propia visión, y percepción de su realidad, se autoproclaman los únicos e insuperables, indispensables, consideran que sin su presencia las cosas marchan mal, contratan a expertos como asesores, éstos al final los manipulan, aceptan sus sugerencias como si éstas fueran órdenes; tienen a su alrededor lacayos que cumplen órdenes sin ningún razonamiento, por ello, se rodean de gente su propio nivel. Si estos personajes tienen un jefe, en la medida de sus posibilidades y dentro de su propia mediocridad lo adulan, aceptan cualquier encargo están siempre a su disposición, siempre se someten a las condiciones de su jefe, nunca faltan a una reunión “cumbre”, siempre están puntuales llegan primero y se van al final, generalmente son amables con sus jefes, mandones con sus subalternos, crean y emiten normas a su altura y nivel pensando en el mañana de ellos mismos o de su grupo o de los que son sus seguidores o lacayos, jamás piensan en el bienestar general, se muestran románticos y siempre imploran el nombre de Dios. Compiten con la amabilidad de otros, siempre están dispuestos para su jefe, a la vez, están sumamente ocupados para el subalterno. Les encanta la figuración, siempre están en primera fila, son rutinarios, se invitan solos a las reuniones, y si no pudieron ir se justifican con razones penetrantes en el alma del interlocutor. Les encantaría que su trabajo lo realicen otros, por ello, buscan sujetos manipulables y por lo general de su mismo sexo, con la finalidad de que, “algunos mal pensados” no tengan “malas interpretaciones”.

Estos sujetos tratan de salir de la vulgaridad pero en esencia son vulgares, se adaptan perfectamente a la propuesta hecha por José Ingenieros “Los hombres se vulgarizan cuando reaparece en su carácter lo que fue mediocridad en las generaciones ancestrales: los vulgares son mediocres de razas primitivas: habrían sido perfectamente adaptados de sociedades salvajes, pero carecen de la domesticación que los confundiría con sus contemporáneos”. Vulgar es aquel que ha renunciado al pudor de lo innoble - agregar José Ingenieros- “Su mueca es fofa, su palabra muda, su mirar opaco. Ignora el perfume de la flor, la inquietud de las estrellas, la gracia de la sonrisa, el rumor de las órdenes. Es la inviolable trinchera opuesta al florecimiento del ingenio de buen gusto…” (José Ingenieros).

En la mayoría de instituciones, públicas y privadas existen este tipo de sujetos, constituyendo la causa principal e impedimento su desarrollo y de las personas con capacidad que existen en el seno de estos establecimientos. Se oponen a toda idea nueva, critican toda iniciativa, sus posiciones son sustentadas con normas o hechos vividos por ellos mismos; siempre encuentran una razón negativa; si por alguna razón, su posición fracasa; llegan hasta enfermarse; de sobonetes y chupa medias pasan a ser “oposición”, buscan justificaciones en todos los ámbitos y al final argumentan: “esto no va conmigo…” jamás reconocen el accionar de otras personas, su pensamiento es infecundo les gusta mofarse, extienden la mano sólo a sus jefes o a sus subalternos, son ordinarios en su forma de hablar y vestir, al final constituyen pericos disfrazados de humanos, porque repiten lo escuchado o los consejos de asesores mediocres. (Pido disculpas a los pericos por la comparación).

Estos sujetos se alejan de la belleza, escuchan poesía por compromiso, son subjetivos, tienes las mismas alucinaciones de los drogadictos, viven dependiendo del chisme, al comportamiento de los demás siempre encuentran un aspecto negativo, en su cerebro no cabe la buena amistad, por tanto ignoran la diversidad cultural; buscan amigos por interés, gastan dinero para mantener las amistades “importantes”; le dan mucho crédito a la documentación, es decir, se comportan como vulgares tinterillos, no se fijan en la capacidad de las personas, sí tienen que evaluar, lo único interesante, para ellos, es la cantidad de documentos, a cuyo “fardo” de papeles, esta sociedad le ha denominado currículo vitae. (Hoja de vida para otros)

Los vulgares “Repudian las cosas líricas porque obligan a pensamientos muy altos y a gestos demasiados dignos. Son incapaces de estoicismos: su frivolidad es de un cálculo para gozar más tiempo de los placeres, reservando mayor perspectiva de goces para la vejez impotente. Su generosidad es siempre dinero dado a usura. Su amistad es una complacencia servil o una duración provechosa. Cuando creen practicar alguna virtud, degradan la honestidad misma, paseándola, algo de miserable o bajo que la mácula”

Estos personajes están hechos para la calumnia, para el escarnio, la diatriba, son campeones poniendo obstáculos, en ocasiones asesinan a su competidor con denuncias destinadas al fracaso, tienen como código filosófico, “miente y miente, algo queda”, y el grupo de sujetos, de la misma calaña, los cree y hasta los aplauden.

El hombre vulgar, es un ser sin personalidad, antes de peinarse, mira a los demás y los imita, de igual modo antes de comprarse una prenda, no evalúa el color ni el modelo o la concordancia con su personalidad, su mayor interés es vestirse como el modelo de la televisión o como el personaje que cree que tiene buen gusto para vestirse; es imitador por excelencia, se basan en el que dirán, son temerosos de todo, “la sociedad piensa y quiere por ellos. No tienen voz, sino eco. Hay líneas definidas en su propia sombra, que es, apenas una penumbra…Cruzan el mundo a hurtadillas, temerosos de que alguien pueda reprocharles la osadía de existir en vano, como contrabandistas de la vida”. (José Ingenieros)
La vulgaridad los hace celosos e hipócritas, construyen mentiras metódicamente organizadas, sólo actúan para beneficio personal e inmediato, viven presionando sus palabras. La verdad los persigue como la justicia al asesino. Para ellos, no hay otro que el amor propio, son narcisistas; presentan una sonrisa recortada, cada comportamiento refleja su naturaleza biológica y la pobreza de sus neuronas, por ello son dominantes con sus parejas, la capacidad humana ha desaparecido en su práctica diaria, la rutina los hace felices. Asisten permanentemente a los brujos, les encanta la lectura de las cartas, usan amuletos y estampitas para la buena suerte; le tienen fobia a la verdad, su capacidad servil, en la actualidad están conectados a un celular, miran su correo electrónico con temor a encontrar algo negativo, en otras veces no lo abren por temor y subjetividad.

Estos seres muy pocas veces miran a los ojos, son cobardes atacan por la espalda, se cobijan en la desconfianza, en sus propios prejuicios y en su deuda moral con la sociedad.

Los vulgares buscan el bienestar económico fácil, son ahorrativos, apelando a la responsabilidad, a la seguridad y jerarquía, son mezquinos con los de su entorno, son devotos de los viajes con gastos de representación, no hay oportunidad perdida, se sirven de los bines materiales de la institución donde “laboran”, generalmente son papelucheros y legalistas para justificar cada acto.
Los vulgares tienen ambiciones sin medir su capacidad; si se produce alguna elección, tratan de formar “su grupo” para intentar tener presencia, pero siempre pierden, a la vez, sus propios recomendados les dan la espalda, claro, siempre y cuando tengan capacidad de reflexión, pero no se quedan tranquilos buscan obstáculos a los que no les caen bien, o los consideran que jamás tendrán su apoyo, se aprovechan de gente de su propio nivel o de alguien con ambiciones subalternas.
Es necesario aprovechar cada opción que nos da la vida pero para hacer lo mejor sin dañar a los demás, empecemos a producir primero nuestros pensamientos, luego, hagámoslos realidad, pensando en los demás, trabajemos como hombres emergentes, como chispas luminosas, hombres con excelentes aptitudes y actitudes y soluciones ante la necesidad social, busquemos a los que tienen un desempeño trascendental aquellos que buscan la genialidad y la excelencia con humildad.

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